Cada semana, la revista “Descobrir Cuina” (la revista de cocina mas leída de Cataluña) presenta, bajo la dirección de Àngel García Petit una tienda de vino y organiza una cata a ciegas con una decena de vinos propuestos por dicha tienda. En el número de mayo, le toca a L’ànima del vi.
La cata tuvo lugar el viernes 7 de marzo, en el restaurante Via Veneto, o sea, cuatro días después nuestra feria Naturala Vinis, donde acudió Àngel.
Presenté una muestra de vinos españoles y franceses, tanto blancos como tintos, de algunos de los viticultores más involucrados en la elaboración de vinos naturales. El juego era presentar vinos de menos de 15-20 euros, de los que los sommelieres presentes debían seleccionar cuatro por “unanimidad”. La verdad es que fue una experiencia bastante divertida. Los vinos despistaron, descolocaron, sorprendieron. Para bien o para mal, la verdad es que no lo se. A veces, demasiadas sensaciones nuevas no permiten valorar el placer que puede dar o no un vino, aunque para mi, hoy en día, la originalidad en vino ya es un placer. Pero de todas formas, tampoco creo que el placer entre en la escala de valores de un “profesional” catando, y seguramente por eso, no seré nunca un buen profesional, ya que el placer es mi principal objetivo… Pero lo que está claro, es que los vinos encendieron una cierta curiosidad y finalmente, eso era el objetivo.
Primera observación: Hay que especificar que el momento elegido para esta cata no ayudó para nada a nuestros catadores. En efecto, yo mismo estuve muy sorprendido de hasta que punto los vinos, esencialmente algunos tintos, estaban en muy baja forma o sea, se cataban muy mal. Aromas muy animales, reducciones, como en el Lotmer 4-Netberca 5 de Laureano Serres, el BO2 de Barranco Oscuro, algunas notas oxidativas sobre Les Paradetes de Joan-Ramon Escoda o el Beaujolais Les Ganivets de Philippe Jambon. La verdad, es que si hubiera ocurrido sobre una botella, hubiera flipado bastante, pero sobre varios vinos que además conozco muy bien fue la firma de que algo pasaba. Es cierto que esta semana, había mucho viento, una alternancia de nubes, pequeñas lluvias y de escampadas, que las temperaturas bajaron; es cierto que la primavera, cuando la vida “renace”, que la savia se pone de repente a subir, nunca es la mejor época para los vinos, entiendo los vinos vivos, naturales, que muy a menudo se cierran, se auto protegen, se recogen en sí mismos (observad a la gente en la calle, observaros a vosotros mimos, la gente tiene menos energía, un poco de mal humor está cansada y espera con cada vez más impaciencia el verano!).
Cuando volví a la tienda, me eché sobre el Calendario de agricultura biodinámica de Maria Thun , donde el 7 de marzo está indicado como un día desfavorable para el trabajo en el campo. Es el día siguiente de un nodo lunar descendente, el día de la cata era el día de la luna nueva, y de una oposición planetaria, lo que explicaba sin duda la baja forma de los vinos. Eso pasa con un vino natural, es el juego. Lo que noto, es que son los vinos tintos que eran realmente más raros, quizás por sus contenidos en taninos, antocianos etc.
Segunda observación, me gustó lo que destacó, muy sorprendido, uno de los catadores: “los aromas marcan la copa”. Es decir, una vez las copas vacías, aclaradas con agua, las copas conservan con mucha intensidad los aromas de los vinos (y sobre todo de los blancos). Pues es normal, el buen vino, es sobre todo muchos aromas, o tendría que ser así…
Tercera observación, las opiniones fueron muy discrepantes, opuestas sobre muchos vinos, como el Mendall Blanc del 5, que encanta a Àngel, que gustó mucho a Joseph Martínez (sommelier del Via Veneto) y para nada a Jordi Xavier Romero. Pues también es normal, un vino con mucha personalidad no gusta a todo el mundo, y muy a menudo, o encanta, o no se entiende. C’est la vie…
Y para acabar, es interesante notar que los vinos elegidos fueron los blancos franceses (así que un vino de Burdeos que no había probado desde hace mucho tiempo y que encontré fantástico, pero absolutamente atípico para un Burdeos). Siempre he pensado que el problema hoy en España, es que se quiere copiar a los vinos blancos de Francia. Pero eso no se conseguirá nunca, con toda la buena voluntad del mundo y menos mal! Porque en Francia estamos en latitudes más al norte, porque llueve más, porque los suelos en su infinita diversidad son distintos, que las plantas están adaptadas desde hace siglos etc. Es urgente volver a encontrar lo que caracteriza España, lo que está arraigado en su cultura y que hace su especificidad, estos vinos oxidativos, estas Garnachas blancas, Xarel.lo, Macabeo, todas las variedades que han sido poco a poco olvidadas y que, estoy convencido, resurgirán porque representan el futuro. Cuando se planta una viña, es, o debería ser para 100 años. Es incomprensible que viticultores sigan plantando Chardonnay y Sauvignon, porque dentro de poco, los consumidores, hartos de beber los mismos vinos en todas las partes del mundo, buscaran lo original, en todos los sentidos de la palabra. Es una falta de respeto y un gran fallo cultural dejar en el olvido lo que construyó este país con una tan larga historia vitícola.
mercredi 7 mai 2008
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