lundi 18 octobre 2010

MARCEL LAPIERRE


La semana pasada, el cambio de luna nos trajo en Cataluña una tormenta violenta, pero no tanto como esta que sumergió el mundo del vino: la desaparición, lunes 11 de octubre, de una figura emblemática del vino natural y del Beaujolais, Marcel Lapierre.
Sabíamos que estaba enfermo, pero no queríamos pensar que nos podía dejar tan rápidamente, a solamente 60 años.

Recién salido de la escuela de enología, Marcel Lapierre tomó las riendas al principio de los setenta de la bodega familiar, incorporando las técnicas enológicas modernas que aprendió durante sus estudios. Mientras se daba cuenta como sus vinos no correspondían a los que conocía, encontró a Jules Chauvet, negociante del beaujolais, científico que apostaba entonces por la pureza aromática que solamente permitía el trabajo sin sulfuroso.

Es a este camino que Marcel Lapierre se entregó, a principios de los ochenta, con la firme voluntad de elaborar los vinos de sus antepasados, con el conocimiento científico que le permitía trabajar sin aditivos, que le permitía elaborar vinos naturales, sin el riesgo de perder toda o parte de su cosecha.

Rápidamente, hizo escuela y “contagio” a otros tres viticultores (Jean Foillard, Jean-Paul Thévenet et Guy Breton), convirtiendo el Beaujolais en una cuna del Vino natural.
Desde 2005, su hijo, Mathieu Lapierre, es cogerente de la bodega.

Por supuesto, Marcel Lapierre no fue el primero en elaborar vinos naturales, incluso desde hace algunos años eran criticados por el mero hecho de estar demasiado de moda, pero su empeño y su valentía en difundir esta otra manera de pensar el vino, su generosidad a la hora de llenar las copas, hacen de el un personaje clave en este mundo del vino natural, hasta tal punto que, en termino de enología, podemos hablar de un antes y un después Marcel Lapierre.

Deja huérfanos una gran cantidad de viticultores y bebedores; por mi parte, hace tiempo que no sentía una tristeza tan profunda.

(Esbozo de Núria Rodríguez Maymo)