" Ô temps, suspends ton vol ! et vous, heures propices
Suspendez votre cours !
Laissez-nous savourer les rapides délices
Des plus beaux de nos jours !
«Tiempo, no vueles más. Que las horas propicias
interrumpan su curso.
¡Oh, dejadnos gozar de las breves delicias
de este día tan bello!
Estos versos de Alphonse de Lamartine1 surgen irremediablemente de mis recuerdos, tan pronto como franqueo las puertas del Mas Molla.
Ir a visitar la bodega de la encantadora familia Molla, es también una forma de reconectar con nuestra cultura, nuestro pasado. Allá, el tiempo parece haberse parado y con el paso de los siglos, a parte de la vieja prensa, nada parece haber cambiado.
El Mas Molla es una auténtica y preciosa masia catalana del siglo XVIII situada en Calonge2, donde vive la familia Molla (Lluis, Maria y sus tres hijas) por lo menos desde el siglo 12, como lo atestiguan unos documentos cuidadosamente conservados. Desde entonces, la finca pasa tradicionalmente de padre a hijo, y para esta generación, de padre a hija. Poseen 12 hectáreas de viñedo, compuesto de Monastrell, Garnacha, Tempranillo, Xarel.lo, Malvasia, y un poco de Jaqué , más algo como 7 hectáreas de árboles frutales, todo de secano (por supuesto) así como un huerto.
Trabajan la viña, el campo, elaboran vino que venden a la masia, venden la cosecha de fruta y verdura por el verano. Frente a esta enorme cantidad de trabajo, que cumple esencialmente el padre, asistido de su mujer y de sus hijas durante el tiempo que les dejan sus estudios de… enología, una organización perfectamente optimizada es imprescindible.
El cultivo del campo es, por supuesto, ecológico, y en cuanto a la elaboración del vino, guiado por una intervención enológica que se puede calificar de minimalista, el único azufre que se utiliza es el que se quema para el higiene de las barricas. Los vinos tintos se quedan un año en barrica y un año en botella antes de ser vendidos. Las barricas durante esta crianza no están rellenadas, no están abiertas tampoco, porque no hay tiempo, y para que las barricas se queden saturadas de este carbonico protector para el vino.
El vino nuevo sale el 11 de noviembre, la malvasia dulce por la Purísima, los vinos blancos y rosados el primero de enero, el cava por la semana Santa. Un cava cuya toma de espuma se desarrolla con sus propias levaduras. Ninguno de estos vinos están filtrados, y todos están embotellados en botellas de cava. En efecto, lo decía antes, el tiempo esta contado, y cuando el día del embotellado llega, pase lo que pase, se embotella. Ocurre entonces que el vino de algunas barricas no hayan acabado su fermentación alcohólica, incluso después de un año de crianza. Si queda un poco de azúcar residual, el vino embotellado será tapado con una chapa, por si acaso la fermentación se reanuda y evitar de esta manera que salte el corcho.
Cuando los clientes vuelven a comprar vino, suelen devolver las botellas vacías para que estas sean reutilizadas.
Resultan vinos naturales, auténticos, a la imagen de los vinos que bebían nuestros antepasados. Evidentemente, todas la barricas no presentan la misma evolución, las mismas calidades, algunas son mejores que otras, una cierta reducción puede afectar a algunos vinos, pero todos tienen un alma y una identidad fuerte que hace que siempre se vuelve al Mas Molla, aunque sea para no olvidar de donde venimos.
1 Alphonse de Lamartine (1790-1869) - Le Lac en Méditations poétiques (1920)
2 Calonge, municipio español de la provincia de Gerona - Bajo Ampurdán
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